Rage against the machine learning

Siempre habrá una alarma que te haga creer que es tarde, que todo esta mal. Las tecnologías disruptivas y todas esas otras palabras complejas que se usan para deslumbrarnos han salido de los artículos periodísticos y ahora están aquí viviendo entre nosotros e intentando sacudir nuestras costumbres. Pareciera sin embargo, que la llegada de dichos avances no empata con la velocidad en que nuestra mente puede asimilarlos y es en el espacio generado por esa latencia que nace la leyenda urbana de que el algoritmo te conoce mejor que tu mismo.

Nada de esto debería sorprendernos: en tiempos de madera y barro llamaban Oráculo a quien ofrecía respuestas sobre tu destino y la gente lo respetaba y le temía por igual por que la clarividencia de cualquier cosa siempre ha provocado horror, es por eso que algunos de los hombres antiguos se arrancaron los ojos cuando por primera vez se observaron en un espejo y ahora nosotros unos cuantos siglos después podemos sentir el mismo desespero al saber que un ser inmaterial y casi mitológico nos cataloga en su acervo. No es fácil recibir las noticias del nuevo mundo que nace en las entrañas de los cables de red, menos en medio de años confusos como este donde sabes ni cómo ni cuándo ni ciento volando ni ayer ni mañana.. Aun así, aunque suenen fuerte las alarmas de la incertidumbre acurrúcate en las cosas pequeñas que te dan paz, porque esas son inamovibles y eternas.